Publicado originalmente en: Posición (Temas y argumentos del socialismo moderno), N° 2, Mayo 2007, pág. 2.
Vida y Argumentos de un Socialista de Antaño. Arcos, un precursor
Carlos Díaz Gallardo
Santiago Arcos, fue un clarividente, como lo sostiene el historiador Simón Collier; entre sus proyectos encontramos el impulso a una reforma agraria, la separación de la iglesia y el Estado, el impuesto a la renta, la descentralización y otras iniciativas que demuestran cómo se adelantó a reformas del Estado que se confirmarían décadas y hasta un siglo después. No es, pues, aventurado definirlo como uno de los precursores de las ideas socialistas en Chile.
Nació en Santiago el 25 de julio de 1822. Su padre, el español Antonio Santiago de Arcos Arjona, había sido un cercano colaborador de O’Higgins, y cuando éste abandonó el poder debió huir hacia Mendoza. Finalmente se estableció en París con su familia.
En la Ciudad Luz, el pequeño Santiago se educó y no habiendo realizado estudios superiores, se convirtió en un autodidacta de amplios conocimientos. Fue en esta ciudad donde le impactó la miseria en que, en aquella época, se debatían millares de personas en el viejo continente.
Hacia 1840, a los 21 años, comenzó a frecuentar los grupos socialistas, convirtiéndose en un decidido partidario de estas ideas, cuestión que lo puso en contra de su progenitor, abandonando años después la comodidad del hogar paterno.
En víspera de su viaje a Chile, en 1844, conoció en París a Francisco Bilbao, a quién pretendió acercarlo a las ideas socialistas. Sin embargo, las evidencias indican que Bilbao, por aquella época, estaba aún lejano a ellas.
En su viaje de regreso conoció a Domingo Faustino Sarmiento, arribando en su compañía a Valparaíso en febrero de 1848.
En la capital, se integra en las tertulias que se efectúan en las aristocráticas mansiones. Prontamente escandalizará a los patriarcas derechistas con sus ideas sobre los derechos del pueblo. En el llamado Club de la Reforma será el primero en hablar de socialismo. Por estos años realiza un viaje a las pampas argentinas, experiencia que publica en la Revista de Santiago con el título de Cuentos de Tierra Adentro o Extracto de los Apuntes de un Viajero.
La Sociedad de la Igualdad
El verdadero gestor de la Sociedad de la Igualdad es Santiago Arcos, que concreta su idea en enero de 1850, coincidiendo con la llegada de Francisco Bilbao desde Europa. La Sociedad se cobijó en los salones de la Filarmónica, ubicada en las intersecciones de las calles San Antonio y Catedral. En la primera asamblea oficial son aprobados el reglamento y los estatutos, redactados por Santiago Arcos y el músico José Zapiola. Además de sancionan los tres principios de la organización, propuestos por Bilbao. Ellos eran: “Reconocer la soberanía de la razón como autoridad de autoridades, la soberanía del pueblo como base de toda política, y el amor y fraternidad universal como vida moral”.
Rápidamente se irán sumando adherentes, entre los que destacan el poeta Eusebio Lillo –autor del actual himno nacional–, el joven Benjamín Vicuña Mackenna, los sastres Cecilio Cerda y Rudecindo Rojas, el sombrerero Ambrosio Larrecheda y muchos otros exponentes más. Según algunos historiadores, en abril de 1850 la Sociedad contaba con 7 u 8 grupos, totalizando unos 200 socios aproximadamente.
Una de las primeras iniciativas de la Sociedad será imprimir un periódico: El Amigo del Pueblo, órgano que levantará gran polémica entre los grupos liberales y en el gobierno por sus ideas de “educar al pueblo” y su decidida oposición al candidato oficial Manuel Montt. En un artículo del 16 de Abril, Arcos llega a sostener: “¡Ha llegado el momento en que la clase obrera adquiera conciencia de su poder…!”
La radicalidad de las ideas de Arcos comenzarán a ser combatidas desde el mismo interior de la Sociedad, al hacerse fuerte los liberales que habían participado en el ex Club de la Reforma. Como consecuencia, Arcos se irá alejando de la organización porque según su parecer, ésta había perdido sus objetivos iniciales, entre los que destacaba el de “educar al pueblo en sus derechos”, para convertirse en un centro de reunión exclusivamente para combatir la candidatura de Manuel Montt.
El gobierno sólo esperaba una excusa para disolver la Sociedad. Ella se presentó en noviembre de 1850, como consecuencia del motín de San Felipe que le permitió decretar el estado de sitio y apresar a sus dirigentes.
El exilio
Arcos se ocultó de la persecución gubernamental, pero finalmente fue detenido y deportado a Perú. Se radicó un par de años en Estados Unidos, regresando nuevamente a Chile. Poco después, el gobierno de Montt, lo encarceló y expulsó definitivamente.
En Buenos Aires enviudó y perdió a uno de sus hijos. Tras la muerte de su padre, recibió una parte de la herencia que le permitió radicarse en España, país en el que continuó ligado a actividades políticas.
Agobiado por un duro cáncer, se suicida en París el 23 de septiembre de 1874.
